¿Cómo valorar la introducción de herramientas digitales en los procesos de enseñanza? ¿son en sí mismas eficaces y accesibles?
- SANGUINETTI, Gabriela (DTE)
- TOBIO, Gabriela (DTE)
- MICHALEK, Karina (DTE)
¿Qué suponemos cuando buscamos incorporar una herramienta digital en los procesos de enseñanza en los ámbitos de la educación especial? ¿Qué y cómo valoramos la introducción de esa herramienta digital en la planificación de la enseñanza? Las preguntas que hemos formulado son algunas de las que definen las líneas de trabajo de la Dirección de Tecnología Educativa de la Pcia de Buenos Aires. Entre las líneas prioritarias que perseguimos en la Dirección está la de promover la inclusión de TIC en las prácticas pedagógicas de los niveles y modalidades del sistema educativo provincial. Es así que hacemos foco en las acciones pedagógicas mediadas por TIC que consideramos transversales al sistema educativo. Trabajamos con una perspectiva inclusiva, entendida como una práctica que posibilita la enseñanza al mayor universo posible de estudiantes, sin discriminaciones, sin dejar de respetar y considerar las características emocionales, sociales, cognitivas, sensoriales y culturales de cada una y cada uno. Nuestra actividad nos pone en contacto con docentes que buscan la incorporación de herramientas digitales (aplicaciones o programas) para abordar contenidos o habilidades particulares. Las solicitudes van desde herramientas “de cálculo para estudiantes que tienen Síndrome de Down” hasta las consideradas “para enseñar las regiones de Argentina a estudiantes con discapacidad intelectual”. Asimismo, solicitan capacitación o asesoramiento sobre diversos equipamientos. Con frecuencia, al momento de valorar la accesibilidad de las posibles herramientas, las solicitudes restringen sus expectativas a “si es posible que un texto sea escuchado a través de la computadora ejecutado por un lector de pantallas”, usualmente solicitado para estudiantes ciegos o con baja visión. El propósito de este trabajo es, en primer lugar cuestionar el poder cedido a las herramientas de tecnología educativa y, en segundo lugar, destacar las posibilidades que nos brindan estas herramientas con un uso adecuado, pertinente y articulado con otros factores puestos en juego en la planificación.