El sistema educativo mexicano comparte la preocupación sobre cómo evaluar la docencia para identificar las buenas prácticas y mejorar el conocimiento pedagógico del maestro. A partir de 1989, se han generado políticas y modelos de evaluación docente para elevar la calidad de la educación y hacer frente a restricciones presupuestales (Rueda, Luna, García y Loredo, 2010 citado en Iglesias, 2016, 18). Actualmente, hay un bagaje amplio, aunque todavía insuficiente, sobre los retos de las instituciones de educación universitaria (IES) para evaluar a sus académicos y a ellas mismas, así como diversas teorías sobre los sentidos y resultados de esta evaluación y los modelos empleados para ello, temática objeto de este escrito.
El conocimiento y análisis de las ventajas y desventajas de los distintos modelos para la evaluación de la docencia es una tarea necesaria para fundamentar teórica y metodológicamente el diseño de nuevos modelos que se orienten a la mejora de ésta. Tarea compleja porque implica involucrar a todos los actores que integran las diferentes comunidades de las IES.